lunes, 10 de junio de 2013

mis estados oníricos (I)

   notaba como volvía lentamente la consciencia a su mente a pesar de que intentaba resistirse, no quería irse, no quería abandonarla. relajó su respiración y sus latidos y consiguió alargar aquel momento al menos unos minutos más. en los sueños el tiempo tenía una forma extraña así que era imposible calcular por cuánto, pero en cuanto a intensidad aquel beso de despedida le pesaría mucho al despertar. lo último que recordó fueron sus ojos, aquella mirada que le provocaba calma y paz se dejó caer en ellos por lo que para sus ganas fue un tiempo insuficiente. el despertador le abofeteó insensiblemente devolviéndole a la realidad donde las cosas parecían más reales, pero los sentimientos más ligeros. estaba sudando y con el corazón acelerado, como cada vez que ella le visitaba.
   ahora le tocaba perderse en su rutina diaria arrastrando con él aquel sentimiento de pesadez que le obligaba a despertarse del lugar más maravilloso del mundo. y tendría que encontrarse con ella. pero con una ella diferente, para la que apenas existía y con la que mantenía una sencilla y vacía relación estrictamente profesional. se cruzarían por los pasillos saludándose levemente y buscaría en su mirada un pequeño guiño de reconocimiento, un leve vestigio de aquella paz. intentaba evitar cruzarse con ella porque le dolía verla sin poder tocarla, sin que sus pensamientos fueran para él.
   durante la jornada había estado lo suficientemente ocupado para olvidarse de aquella sensación que permanecía latente en su pecho y volvió a hacerse patente cuando descargó pesadamente todas las cosas sobre la mesa del salón y se iba descalzando. era demasiado tarde y estaba demasiado cansado para hacerse nada de cenar, la tele aburría como siempre y se fue a leer en la cama esperando que el sueño le atrapara lentamente o que su mente se perdiera entre las palabras de aquel pedazo de fantasía en forma de libro.
   pero estaba inquieto. no conseguía concentrarse en la lectura y el sueño no parecía dar señales de vida. el reloj de su mesilla se acercaba peligrosamente a la 1:00 de la mañana y lo lamentaría con una falta de sueño que ni siquiera sucesivos cafés podrían suplir. se tomó una pastilla intentando que la química artificial hiciera el trabajo que la bioquímica parecía no querer hacer y se durmió pensando en que no iba a ser capaz de dormirse.
   su inconsciencia empezó a moverse entre la nada más absoluta y pequeños momento de onírica fantasía en los que sus pensamientos e ideas se mezclaban sin orden ni lógica. o al menos sin el orden ni la lógica que aplicamos en la vida despierta. poco a poco iba tomando el control de las acciones en su mente y creaba a su alrededor el escenario donde sabía que la iba a encontrar. el pasillo de su oficina extrañamente alterado empezaba a tomar forma y salvo por el acantilado que se asomaba a su izquierda, las puertas y mobiliario eran exactamente iguales. unos seres idénticos y sin rostros se desplazaban como flotando apresurados por los pasillos. podía hacerlos aparecer y desaparecer a su antojo.
   tras la puerta al final del pasillo se encontraría ella. exactamente tan bella como siempre y esperándolo a él. cuando giró el pomo y por fin llegaba a ella, todo se transformó en un blanco y luminoso inmenso vacío donde sólo estaban ellos dos.

jueves, 30 de mayo de 2013

arena de playa

   todas las sensaciones estaban como amplificadas. el sonido de las olas al romper, la brisa en la cara. podía sentir cada grano que tocaba la piel de sus pies. las piernas sumergidas a media altura en el agua, helada en esa época del año, le dolían. la playa siempre le había conectado de un modo especial a la realidad alterando sus sentidos a un nivel que rozaba la hiperconsciencia. era un lugar de encuentros y desencuentros. ahora necesitaba que su cerebro se dedicara a regodearse en cada una de estas experiencias sensoriales y así dejar de pensar en lo que había hecho.
   no se había quedado a comprobar el pulso pero aquel cadáver parecía bastante muerto. aún podía sentir la sangre latiéndole en la sien, la adrenalina le había puesto el corazón a latir desbocadamente. le temblaban las manos. tenía que decidir cómo iba a arreglar aquel destrozo. las consecuencias iban a ser dolorosas y aunque trataba evitar pensar en ellas sabía que su vida también estaba en juego. no lograba entender por qué lo había hecho, si en el fondo le quería aunque había tardado tiempo en darse cuenta. y ahora...
   ahora sólo quedaba un cadáver. o al menos sentía tanto frio en el corazón como si algo se hubiera muerto. se fue y lo dejó llorando tras decirle que aquel estado de dualidad en el que llevaban años trabajando había acabado. que los planes hechos y por hacer quedaban paralizados de manera indefinida, que los contratos verbales y escritos perdían su vigencia en ese mismo segundo. y por más veces que él le preguntaba razones sólo era capaz de balbucear frases hechas, tópicas y típicas. y es que no podía explicarle algo que ni él mismo entendía. simplemente un día dejó de sentir y ese mismo día empezó a quererlo. lo conocía tan profundamente y era tan esencial en su vida que empezó a quererlo en lugar de sentirlo
   y un día cualquiera, sin ninguna razón aparente, sin que nada cambiara en sus cotidianas rutinas, cuando ya se había acomodado en ese sentimiento racional transformado, cometió el crimen. y aquel día era este mismo día. un día infinito sin tiempo ni cambios. sospechaba que a esas horas, fueran las que fuesen alguien habría descubierto el cadáver e intentaba reanimarlo inútilmente.
   su confusión era completa. confundía el frio con el sonido del agua, el remordimiento con el cansancio, la tristeza con el alivio de saber que aquella vida ya no dependía de él. mientras sus funciones vitales se relajaban en su memoria empezaban a distorsionarse los recuerdos hasta el punto de hacerle dudar de que realmente aquel horrible crimen había ocurrido y no era únicamente una mala pesadilla. el pasado también se mezclaba confundiendo lo bueno y lo malo desmontando todos sus razonamientos que se licuaban como el metal que, aunque de apariencia indeformable, acaba fundido a la temperatura adecuada.
   el frio era cada vez más intenso. demasiado intenso. de repente bajó la mirada y comprobó que sus piernas se habían convertido en arena y su corazón había dejado de latir. sólo le quedaba un pequeño hilo de consciencia, apenas unos segundos de humanidad.
   durante varios días, si paseabas por aquella playa podías ver una montaña de arena que de lejos recordaba a una figura humana, hasta que una brisa de aire ligeramente más fuerte la deshizo.

domingo, 10 de marzo de 2013

la pareja perfecta

   aún llevaba el olor a sexo en la piel. tenía que darse prisa si quería ducharse antes de la cena, la ritual cena de todos los viernes que mantenía la llama de aquella relación que muchos considerarían acabada porque reservaba su pasión para otros hombres. pero la verdad era que ella creía que precisamente era ese detalle el que llenaba de amor su relación. especialmente saber que Julio aprobaba y compartía su forma de vivir y sentir. contrariamente a lo que la mayoría pensaría, eran sus parejas sexuales las que más acusaban los celos, sabiéndose simplemente poseedores de sus deseos pero no de sus sentimientos. la razón por la que la cena se había convertido en ritual, era porque era el sagrado momento de la semana en el que se olvidaban de todos los problemas, laborales, familiares y del hogar y disfrutaban el uno del otro, se reconquistaban en una eterna primera cita y dejar para el día a día las rutinas aburridas y estúpidas discusiones. como el de cualquier pareja normal.
   aquella ducha era el único momento en el que se planteaba como funcionaba su vida, mientras se esmeraba en quitarse el olor de otro hombre. pero él siempre conseguía hacer que se olvidara, como aquel día que la recibió diciéndole que no entendía porque se duchaba, que le gustaba oler el sexo en ella. apenas hablaban de sus respectivas vidas extra-maritales pero ambos intuían el grado de las conquistas del otro. se conocían a la perfección los cambios de humor y rutinas; eran como mensajes encriptados mediante los que se comunicaban. pensó en buscarlo en su apartamento antes de la cena y romper la tradición de encontrarse directamete en el restaurante, tenía ganas de verlo.
   se disculpó por llegar tarde. él estaba tan radiante como siempre, elegante en su traje. mientras se sentaba empezó a contarle como el hombre con el que llevaba acostándose unos meses la había seguido a casa, la había asaltado a la salida del portal y le había confesado su enfermizo enamoramiento, no quería seguir viéndola si no le daba algo más que casual y esporádico sexo. lo contaba entre divertida y espontánea, acostumbrada. el gestó de él se iba transformando conforme la historia crecía y empezó a dislumbrar en su mirada algo que la preocupó. nunca la había mirado con tanto deseo. sentía el efecto que saber que aquel desconocido la amaba estaba causando en él, haciendo que la deseara de una manera que no recordaba. por supuesto que tenían sexo. habitualmente y de calidad. pero ambos guardaban sus pasiones más primitivas para relaciones menos íntimas y más superficiales. aquel brillo en los ojos la asustó, no quería perder su equilibrada relación. él debió de sentir algo parecido porque le pidió que cambiara de tema. 
   la noche transcurrió como siempre. rieron, bebieron y compartieron con entusiasmo los descubrimientos de la semana. animadas y recargadas discusiones sobre cine y literatura intercalaban las copas de vino. cuando llegaron a casa, un par de copas hicieron que el deseo fuera creciendo mientras se mezclaba en la conversación lentamente. el lenguaje iba cambiando y el deseo se hizo palpable hasta el grado de incontenible. hicieron el amor como nunca antes. cuando la besó por la mañana, aquel beso tuvo un sabor especial. el sabor del amor incrementado por el deseo, cerrando el circulo en el que deseo y amor como distintas formas de la misma energía se transformaba sin nunca destruirse.

lunes, 18 de febrero de 2013

la verdad intravenosa

   no recordaba haber sentido un dolor tan intenso como el de la madre que acaba de perder a su hija en la película que estaba viendo o más correcto sería decir sintiendo. acabada la película, la bio-publicidad le hizo sentir la necesidad de tomarse un gran vaso de coca-cola y una pizza. se desenchufó del televisor y fue a la cocina. ya no recordaba lo que era desear algo por sí mismo. desde la llegada de la bio-televisión, añadiendo a los estímulos visuales las cantidades correctas de hormonas y biomoléculas, la creación de emociones y deseos había quedado en mano de las multinacionales. lo sabía, pero era todo tan real que no le importaba. conseguir que tu cuerpo sintiera sed, hambre, sueño o deseo sexual de una manera programada le parecía un avance alucinante. pero conseguir además hacer a alguien sentir el dolor de una madre perdiendo a su hija y de una manera tan real, sinceramente merecía la pena ante la simpleza del libre pensamiento.
   cuando los primeros avances en la televisión biológica comenzaron a hacerse públicos crearon una gran polémica y el rechazo de ciertos sectores de la sociedad, pero ahora estaba muy extendido y pocas casas mantenían el antiguo sistema tradicional de televisión. incluso sus padres hacían gala orgullosos de adaptarse a los tiempos y alardeaban orgullosos ante sus más reaccionarios amigos. los avances eran contínuos y desarrollaban nuevas variaciones de un sistema que consistía en hacer la televisión una experiencia más que sensorial, introduciéndola en el telesujeto por vía intravenosa en forma de sueros y preparados hormonales. lo último que le había regalado a Eva por su cumpleaños era un dvd con su vida, igual que aquel que se compró para él mismo hacía tiempo. el proceso era sencillo. la misma vía intravenosa que utilizaban para la bio-televisión servía para extraer en un dvd todo lo que tu cerebro guardaba. había quien decía que aquella información que te sacaban era confidencial y que las empresas traficaban con ella, investigaban en recuerdos pre-infantiles y la utilizaban para llegar a conocer el funcionamiento de la mente humana desde que nacías de manera que todo acababa dirigido hacia un mayor control. pero él creía que todo aquello eran leyendas urbanas o competencia desleal entre compañías.
   no sabía donde se había metido Eva, llevaba todo el día sólo y aburrido. ella le había regalado un televiaje a un país asiático del que no recordaba el nombre y deberían estar viéndolo juntos. de repente tuvo una idea. aquellos dvds estaban pensados para consumo personal, cada uno podía tener un recuerdo de su propia vida. pero pensó que sería interesante sentir los recuerdos de Eva.
   intentó desenchufarse, pero estaba paralizado y el corazón le latía a una velocidad muy por encima de la normal. se sentía a punto del colapso. acababa de descubrir algunos secretos de la vida de Eva, de su infancia especialmente, que le dejaron quebrado. le había ocultado los recuerdos más traumáticos de su infancia y su adolescencia y conforme llegaba a su etapa adulta, en la que lo conocía a él, todo empezaba a desmoronarse. reconoció sentimientos de lástima y cobardía, miedo a la soledad y rutina eran los sentimientos que él creía un amor puro y sincero. incluso pudo sentir como ella se había sentido humillada y despreciada por él en situaciones conflictivas que él creía haber resuelto de manera respetuosa.
   había perdido algunos de sus sentidos. la visión estaba borrosa, no podía oir nada, pero podía verla. acababa de entrar en casa y su rostro reflejaba terror. por sus gestos podía adivinar como le gritaba e intentaba sacarlo de aquel trance en el que se estaba sumergido. la veía moverse nerviosa de un lado a otro de la habitación hasta que le arrancó los cables de los brazos. sabía que era ella, pero a sus ojos aquella mujer era una completa desconocida.

martes, 29 de enero de 2013

desapariciones

   zapeaba de informativo en informativo y en todos daban la misma noticia. una amplia crónica sobre la última desaparición. empezaba a convertirse en cuestión de estado y es que el número de desapariciones ascendía a 30 en las últimas dos semanas. o al menos eran las cifras oficiales. le encantaba ver como hablaban de su trabajo, pero aunque tenía la seguridad de que no le podían pillar debía empezar a tener más cuidado. la alarma social empezaba a ser importante. manifestaciones a diario a las que él mismo acudía, confundido entre la muchedumbre, debates en el congreso y los cuerpos de élite de la policía nacional trabajan en los casos. aún no habían conseguido relacionarlos.
   debería espaciar los casos a pesar de que tenía encargos a diario, algunos llevaban esperando días o semanas pero era muy selecto a la hora de elegir un trabajo. escuchaba las historias cuando se ponían en contacto con él y en función de lo que el llamaba "la marca" aceptaba o no proceder con la desaparición. "la marca" consistía en el grado de desolación y tristeza con el que se quedaba. algunas veces había llorado escuchando a los hombres y mujeres que lo buscaban para que los hiciera desaparecer. ese era uno de los motivos por los que estaba seguro de que nunca lo pillarían. la gente que desaparecía, era gente que quería hacerlo. la segunda era que no quedaba ningú rastro. ni siquiera el cuerpo.
   sólo conseguía que la gente se volviera invisible, pero seguían vivos y conscientes de sus vidas. alguna vez se había planteado si era cruel lo que hacía. aquellas personas realmente creían que los iba a hacer desaparecer como rezaba su sencillo y único anuncio: "se ofrecen desapariciones. sin rastro ni cadaver. solo para pedidos personales". pero en el fondo de su consciencia, creía que les hacía un favor, les ayudaba a cambiar la perspectiva. continuar con sus vidas sin poder interactuar en ellas y ver como sus seres cercanos se preocupaban por ellos, les hacía desear volver a ser visibles. lástima que aquel poder no le hubiera sido concedido. casi todos volvían desesperados suplicándoles por una vuelta a su anterior estado.
   sentía hambre. normalmente cenaba en casa, pero estaba perezoso así que bajaría a comprar una pizza o algo rápido. no recordaba desde cuando no compraba una pizza. intentó hablar con el dependiente que parecía demasiado ocupado para prestarle atención y cuando su paciencia empezaba a agotarse elevó la voz considerablemente. nada. ninguna respuesta. aquel estúpido debía estar ciego o es que acaso era... invisible.
   de repente comprendió algo que le heló la nuca. estaba tan orgulloso de su poder que no se había dado cuenta de la pesada carga que conllevaba. sólo era visible ante aquellos que deseaban ser invisibles, actuando como nexo temporal entre ambas realidades paralelas. de repente sintió toda la carga, todo el dolor y la pena de comprender de golpe que sus actos no tenían repercusión en la vida consciente más que por un ligero hilo, la desesperación de los que anhelaban librarse de unas vidas que él nunca había tenido. desde ese mismo segundo sólo pudo desear con interaccionar con aquel mundo que siempre le había parecido tan vacío y que ahora contemplaba lleno de posibilidades. necesitaba actuar de una manera consciente y voluntaria. pero probablemente ese era un sueño que nunca conseguiría cumplir.

domingo, 13 de enero de 2013

ley de inhibición de la expresión de emociones en público

   todos lo miraban, incluso guardaban una distancia de seguridad como si pudiera contagiarles algo. había intentado disimular pero le había resultado imposible. aquella canción siempre acababa haciéndole llorar. siempre olvidaba borrarla de su reproductor de música portátil o quizás no quería hacerlo. seguramente en ese mismo instante alguien llamaba a los agentes de seguridad con su comunicador. y en breve vendrían dos increíblemente fuertes agentes que lo meterían en un furgón y lo llevarían al edificio de Gestión de la Seguridad y el Orden más cercano.
   no era la primera vez que lo detenían por expresión de emociones en público y por suerte la ley era bastante imprecisa y permisiva en esos términos. en unas pocas horas, tras leerle las normas de comportamiento cívico y una pequeña charla, lo dejarían irse a casa donde volvería a leer los cuadernos de su padre en los que contaba cientos de historias de una sociedad donde lo que él era, era común. una sociedad futura en la que todos los humanos sentirían emociones intensas. siempre había admirado la capacidad imaginativa de su padre, al que no llegó a conocer. aquellas historias contaban como dos personas se elegían entre millones para compartir algo más que la capacidad de reproducirse inherente a su naturaleza. reían y lloraban juntos, se hacían daño al mismo tiempo que se entregaban mutuamente el uno al otro, creando unos lazos que él pensaba tan intensos y poderosos que destruirían las diferencias. incluso con otros humanos expresaban afecto de una manera diaria y cotidiana.
   normalmente leía esas historias en casa y lloraba en la intimidad y seguridad de su hogar. se sacaba lo que su padre llamaba sentimientos como el que se saca la pus de un rabioso grano o un punto negro, forzándolo hasta que no quedaba nada dentro. necesitaba llegar a casa pronto ya que aún podía sentir las lágrimas quemándole en el borde de los ojos.
   de camino a casa su dispositivo de muñeca le alertó de la necesidad de ingestión de líquidos y se detuvo en el establecimiento de distribución de líquidos variados y pequeños aperitivos más cercano. como sabía que también su necesidad de descanso debía estar cercana, decidió sentarse en la zona de mesas y sillas para tomar su dosis.
   en el fondo del local un extraño hombre ataviado de capucha y medio escondido le produjo cierto temor. estuvo a punto de alertar al gestor del establecimiento o avisar él mismo al departamento de gestión de la seguridad y el orden. pero de repente escuchó aquel sonido que tan familiar le resultó. el desalentador y cercano sonido de un sollozo. sintió lo que creyó ser un dolor en el pecho y como una sensación de nauseas en el estómago. se apoyó unos segundos en la mesa intentando recuperarse. se acercó a aquel extraño y le preguntó si se encontraba bien mientras el desconocido intentaba disimular sus lágrimas y negaba repetidas veces que estuviera llorando. consiguió tranquilizarlo y le contó que a él le pasaba lo mismo.
   estuvieron hablando por un tiempo indefinido hasta que sus respectivos dispositivos de muñeca les indicaron que se acercaba la hora de refugio y descanso obligado y deberían volver a sus respectivos hogares. en un impulso extraño, le propuso al desconocido que le acompañara a su casa, vivía cerca y podían seguir hablando. el ya no tan extraño ni desconocido humano, al que empezaba a sentir cercano, aceptó su extrañísima propuesta. pasaron toda la noche hablando y llorando juntos, una escena que cualquier humano habría considerado reprobable, incluso obscena. le leyó algunos fragmentos de las historias de su padre ajenos a los insistentes pitidos de sus dispositivos de muñeca que les recordaban su necesidad de descanso. pero aquellos dispositivos no estaban programados para recordarles que su necesidad de afecto también debía ser cubierta.