domingo, 16 de diciembre de 2012

disturbios (II)

   cuando fue capaz de tomar el aire de nuevo, le sobrevino un ataque de tos que alertó al desconocido al que incluso sin la capucha consiguía identificar. el hombre, con rostro preocupado, le explicó que no debería haberle seguido repitiendo constantemente esa frase sin llegar a explicarse. se movía nervioso por la pequeña habitación que concentraba todas las estancias de la casa en unos pocos metros cuadrados. siguió moviéndose en circulos hasta que le tuvo que pedir con un hilo de voz que le ayudara a incorporarse y lo sentara en el despojo de sofá.
   poco a poco recuperó las pocas energías que su malogrado cuerpo era capaz de reunir. y el desconocido le explicó lo que estaba pasando. los disturbios no eran más que una maniobra del gobierno para ir contra él. siempre había creido que aquella leyenda de que el gobierno disponía de un secretaría general dependiente de inteligencia dedicada a encontrar y eliminar cualquier mínimo indicio de amor entre la población no era más que una estúpida historia de esas que la gente contaba sin más pero que no tenía ningún tipo de fundamento.
   y ahora se encotraba refugiado por un individuo de una escasísima célula de resistencia que utilizaba los edificios abandonados de madrid para mantenerse y proteger a cualquier individuo que fuera atacado. le contó que su caso era especialmente complejo. habían tenido que recurrir a fuerzas más drásticas e incluso acusarlo públicamente de terrorista porque había conseguido burlar a los más sutiles y discretos asesinos a sueldo y que aún recordaban como había escapado y llevado una vida normal durante tantos años, desde aquellos disturbios de la falsa Gran Protesta Social a los que también había escapado, seguramente debido a su juventud y la intensidad de aquel primer amor.
   no podía dejar de pensar en ella, había visto como se la llevaban. ni siquiera la explicación de que solían ser más suaves con las mujeres consiguió tranquilizarlo. de repente apareció su rostro en la pantalla, era una rueda de prensa y era en directo. estaba viva y a salvo. le pidió a su salvador que subiera el volumen del televisor. una declaración muy seria contra él invitaba a cualquier persona que lo viera a denunciarlo ante las autoridades. era peligroso y había causado ya mucho daño, aseguraba con un gesto serio y decidido. lloraba en silencio, le dolía enormemente oírla hablar así. pero de repente un sencillo gesto le iluminó el rostro, era su gesto, el que siempre se habían hecho, una antigua broma que era la señal de que sólo estaba fingiendo y que a pesar de todo y todos, lo seguía amando allí donde estuviera.
   el corazón le latía a demasiada velocidad y sin poder resistirse se quedó dormido.

lunes, 19 de noviembre de 2012

disturbios (I)

   buscaba su rostro desesperadamente entre la multitud. los disturbios de los últimos días habían dejado las calles desoladas y llenas de pequeños incendios. como esas películas postapocalípticas que tanto le gustaban. esta vez no era ficción y la paliza que la policía le había propinado y que le impedía moverse era una dolorosa prueba de que algo grande estaba pasando. siempre había evitado las broncas, incluso durante su agitada juventud en la que hizo de las protestas casi un modo de vida. fue durante lo que la prensa llamó posteriormente como la Gran Protesta Social cuando conoció por primera vez el amor.
   había perdido la noción del tiempo. podía llevar horas o días en aquel portal de un edificio abandonado del centro de madrid, intentando que el intenso dolor que le recorría todo el cuerpo se calmara un poco. sabía que había perdido la consciencia en repetidos intervalos y que hacía un rato que no se oía nada. eso le aterraba enormemente. creía haberla visto. por unos segundos estaba seguro de que era ella, gritó su nombre e incluso recordaba ver como se giraba para mirarle. lo siguiente fue una ostia que lo tumbó al suelo y que vino aompañada de un repetición de golpes tan intensa que no creía que ningún humano pudiera soportar.
  en algún momento se cansaron de patearle la cabeza o pensaron que estaba muerto. no recordaba si había llegado a aquel lugar seguro por sí mismo o alguien lo había trasladado. su smartphone seguía recibiendo mensajes de propaganda política. todas las comunicaciones habían sido tomadas. notó como alguien se acercaba. no podía verle el rostro oculto bajo la capucha y la braga. le acercó una botella de agua y no contestó a ninguna de las preguntas que a pesar de las punzadas en los pulmones consiguió pronunciar en un tono muy débil pero que retumbaba en aquel antinatural silencio.
   no era capaz de contar el tiempo en aquella situación, sólo las comidas que aquel hombre le servía totalmente en silencio, frías y repugnantes. tras la quinta comida, cuando el hombre se alejaba encontró las fuerzas necesarias para seguirlo casi arrastrándose. apenas era capaz de incorporarse sobre un brazo, el otro totalmente destruido le provacaba dolor con cada pequeño avance de su medio inerte cuerpo. llegó hasta una puerta entornada de la que salía el inconfundible parpadeo de un televisor encendido y el monótono sonido de un informativo. creía que también habían tomado las cadenas de radio y televisión.
   por fin alcanzó el umbral de la puerta, empujó ligeramente la hoja de la puerta y la imagen que ocupaba la pantalla en un gigante primer plano lo dejó sin aliento. reconoció al instante su foto. aquella que tanto odiaba. la de su orla. facultad de filosofía. universidad autónoma de madrid. 2009.

miércoles, 15 de agosto de 2012

imágenes emocionales

   desde que fue consciente de su absoluta inutilidad innata para la pintura, había intentado recurrir a todas las formas de expresión artística para expresar las imágenes que se agolpaban en su imaginación. imágenes emocionales como le gustaba llamarlas. flashes que se creaban en su mente como consecuencia de los estímulos de la realidad o su propia imaginación y que siempre le causaban un cierto vértigo emocional. a veces planteaban realidades dolorosas, a veces eran hermosas imágenes que casi le hacían llorar, otras se reconcialaba con el mundo y sus habitantes. pero casi todas acababan, tras un proceso más o menos largo, en una tremenda paz.
   intentó recurrir a la fotografía, captando los paisajes y situaciones, pero el filtro del objetivo no era igual que el de su alma y aunque captaba las imágenes no conseguía trasmitir la forma en que él las veía. una vez fotagrafió la puesta de sol perfecta, recibió incluso algún premio por aquella foto pero ahora descansaba en un cajón de su apartamento y le producía dolor cada vez que la observaba porque le recordaba su impotencia para plasmar sus imagenes emocionales.
   poco a poco fue dejando la fotografía y la cambió por imagen en movimiento. grababa escenas tanto reales como guionizadas. con actores, plastilina o simplemente naturalezas muertas. nada. sus cortometrajes se hicieron famosos e incluso llegó a recibir alguna oferta importante para dirigir un largometraje plagado de estrellas y con presupuestos de demasiados ceros.
   no podía evitarse morderse las uñas. estaba absolutamente histérico. había movido cielo y tierra, contactado con cientos de personas y por fin, tras meses de trabajo iba a inagurarse su primera exposición. todos los marcos colgaban inmóviles en el sitio en el que tras miles de dudas había decidido que debían estar. apenas había dejado al azar o nadie más que a sí mismo las decisiones sobre cada detalle. había leido algún artículo previo y la expectación era mayúscula, miles las dudas e incógnitas, nadie sabía exactamente en que consistía su nueva obra, pero todos coincidían en que era una tremenda locura.
   sobre los lienzos, ni una gota de acuarela, óleo, carboncillo o cualquier otro tipo de pintura, solo tinta negra. cada cuadro, si es que podían llamarse así, era la descripción en palabras de una de sus imágenes emocionales. el espectador tenía que leerla e imaginarla por si mismo. de este modo intentaba crear la misma emoción mediante la estimulación lenta y profunda de la palabra. muchos le habían preguntado porque no había publicado en papel, en los formatos tradicionales reservados a la escritura y el siempre respondía que las imágnes debían ser expuestas, visibles a los ojos y la imaginación de todos.
   no había sido capaz de leer ninguno de sus cuadros colgados, temeroso de que al leerlo sintiera el mismo frio y la indiferencia que sentía ante sus fotos y videos. cuando a las 10 se abrieran las puertas sabría si había encotrado la manera de expresarse o si seguiría incomunicado ante la realidad que tanto observaba y le inspiraba, si seguiría mudo incapaz de expresar y expresarse.
  

miércoles, 13 de junio de 2012

aquel segundo infinito que finalmente quedó en nada

   había conseguido parar el tiempo en el momento perfecto. asomado en el pequeño balcón del antiguo castillo de una ciudad olvidada, un hermoso paisaje se desplegaba ante él. la luz, un ocaso perfecto tras la montaña, bañaba de naranja todo el cielo perlado de nubes. una ligera lluvia sobre su rostro humedecía los primeros calores de la primavera. el viento suficiente para hacer la naturaleza aún más llena de vida. y esa mirada que precede al primer beso sobre el rostro más hermoso que jamás había contemplado. siempre que soñaba con algún poder, le encantaba imaginarse a sí mismo jugando con el tiempo, poder recrearse en los buenos momentos y huir hacía adelante en los malos. no sabía si había sido él y mucho menos como lo había hecho.
   era consciente de absolutamente todo, incluso de lo increíblemente asombroso de lo que le estaba ocurriendo, de lo milagroso. estaba memorizando cada detalle del paisaje, cada gesto de su rostro, cada pequeño sentimiento que atravesaba su corazón, los nervios, la tensión, la excitación. si fuera capaz de cerrar los ojos, podría describir cada milímetro de piel, la postura y el brillo exacto de aquellos ojos; podría incluso evadirse recordando sentimientos tan intensos y concentrados en aquel segundo en el que todo había parado.
   pero de repente algo cambió. se le ocurrió pensar por un segundo qué habría pasado después de aquel beso y empezó a ver ante sus ojos miles de momentos no vividos. fue consciente de todo lo que había perdido en el momento en el que el tiempo se congeló. aunque el paisaje seguía brillando con el sol del atardecer, para él todo estaba nublado, la lluvia le molestaba en la cara y sentía celos al mirar aquel rostro y no poder alcanzarlo. su corazón empezó a dolerle y la ansiedad de que ese sentimiento fuera enterno iba aumentando por segundos.
   su paralizada consciencia estaba al límite del colapso cuando todo comenzó a moverse, muy lentamente al principio y a un ritmo tradicional finalmente. una lágrima resbaló por su rostro, toda la tensión acumulada explotó en la forma de una pequeña gota. aquel rostro, que había sido causa de los mejores y los peores sentimientos durante aquel infinito segundo, se paró asustado, aquellos ojos se desviaron hacia el paisaje y una frase cualquiera salida de no recordaba qué labios, rompió finalmente y para siempre aquel segundo que pudo ser infinito y finalmente quedó en nada.

domingo, 11 de marzo de 2012

once de marzo de dos mil doce

   de ella sólo sabía su canción y su libro favoritos. y que se llamaba musa. lo que no sabía era que lo que está escrito en papel, nunca sucede. era incapaz de recordar y contabilizar las horas que había pasado en algún centro comercial del pais, esperando que alguien comprara la caverna de  las ideas; o la de tiendas de discos de ocasión que espiaba a la espera de verla salir con el vinilo de space oddity entre las manos.
   había olvidado casi todo. no recordaba si la había soñado o era la cajera del supermercado; ni el color de su pelo, la profundidad de su mirada o el perfume que usaba. los peores días, estaba seguro de que no existía, los mejores la veía en cada cara que se cruzaba. no era consciente de que los días pasaban por su vida, sin penas ni alegrías, monótonos y grises, sin poder pensar en otra cosa. no escuchaba las conversaciones preocupadas de sus familiares y amigos. utilizaba las facturas impagadas para esbozar y dibujar caras. comía por instinto y apenas era capaz de sobrevivir, atrapado por una obsesión que comenzó el que podía haber sido un día cualquiera.
   las guerras perdieron su gravedad y los días que estaba más despierto, tenía la sensación de que todo estaba descolorido y en tonos grises. el pelo y la barba le cubrían la cara, los dedos se hacían cada vez más delgados.
   empezó a cambiar los garabatos que hacía sobre cualquier papel que encontraba por palabras, que al principio carecían de significado y más tarde, al tiempo que su cuerpo se consumía, se fueron convirtiendo en cartas que mandaba a direcciones inventadas y que eran devueltas por el cartero y acababan apiladas en la entrada de su casa. las fuerzas empezaron a flaquearle y apenas era capaz de sostener el boligrafo, permanecía todo el día en la silla apoyado sobre la mesa y escribiendo cada vez a un ritmo más lento.
   apenas era capaz de terminar una palabra al día, sobre todo cuando se trataban de sustantivos o adjetivos largos y se sentía afortunado si completaba un par de preposiciones o determinantes. en algún momento de su confusa mente, había dejado de escribir cartas y comenzó a escribir su testamento, el que sería la más bella historia jamás escrita y que tardó diez años en escribir. incapaz de terminarlo, sin apenas ya un leve aliento de vida dejó la última palabra a medio escribir, esperando que ella algún día tomara el bolígrafo de su mano y la terminara, sin recordar que lo que está escrito en papel, nunca sucede.

miércoles, 1 de febrero de 2012

el hombre de los 137 personajes

   gafas, peluca rubia y gabardina. todo en la maleta, y una habitación de hotel reservada en una ciudad elegida al azar a un radio de 300 kilómetros de su residencia habitual. era su forma habitual de desconectar. durante la semana acudía a sus obligaciones laborales, mantenía sus relaciones sociales y familiares, pero todos los fines de semana, huía a una ciudad lejana, y también huía de si mismo. adoptaba otra personalidad que perfilaba e interpretaba al pie de la letra. en una carpeta guardaba más de 100 personalidades diferentes que había interpretado anteriormente, clasificadas en función del cariño que les tenía. algunas, las había repetido varias veces, otras eran simples recuerdos.
   sacó del archivador el tercer expediente, no era su favorito, pero sí era el que más satisfacciones le acababa dando. se sentía con la energía necesaría para desempolvar al viejo sinvergüenza. aquel alter ego era totalmente opuesto a su vida real, y eso le excitaba. había creado un personaje excelente, con un extraño atractivo basado en una personalidad arrolladora y seductora, y mezclado con un aspecto perturbador. no recordaba si fue el primero, es más, nunca conseguía recordar con certeza cómo ni cuándo comenzó todo aquello.
   las transformaciones iban acompañadas del correspondiente CD, que ponía en el coche mientras conducía a su destino, con la música acorde a cada personalidad. "something good can work" de the two door cinema club sonaba a todo volumen mientras interiorizaba el personaje, en el retrovisor iba notando como incluso los rasgos le variaban levemente, de modo que había veces que no se reconocía en el espejo cuando acababa su escapada y volvía a casa.
   parte de la creación de los personajes implicaba crear unas rutinas, que definían la personalidad, y a su vez le ayudaban a ir profundizando poco a poco, a ponerse la máscara. lo que más le costaba era poner nombres a sus personajes, pero era necesario para la documentación. santiago gigante siempre viajaba con poco equipaje, dormía en hoteles caros y tonteaba con toda mujer que se cruzaba. pasaba la mayor parte del tiempo en la barra de un bar y llevaba una alianza.
   todo iba perfecto, el alcohol empezaba a hacer sus efectos, se sentía relajado y seguro en el personaje, casi ahogado, perdido en un segundo plano, sin tener el control. a partir de ese punto, era cuando más disfrutaba. pero algo se torció. una cara conocida apareció en el bar del hotel, y aunque intentó esconderse, ella le lanzaba miradas de sospecha, lo había reconocido. empezaba a retomar el control, estaba perdiendo al personaje. pero no era reconocimiento lo que aquellos ojos transmitían, sino deseo. sintió como le empujaban hacia atrás, casi sentió el golpe y le faltaba el aire. aquella hermosa mujer, que amaba en secreto desde que tenía memoria y para la que había resultado invisible, se aproximaba a él de una manera suficientemente descarada.
   dormitaba en el asiento del copiloto, su pelo corto y moreno despeinado y con un sencillo jersey y unos vaqueros, que dejaban que su natural atractivo destacara, sin artificios. habían pasado dos días sin separarse apenas, gran parte en la cama de su habitación y ahora viajaban de vuelta. ella había descubierto la peluca y los falsos accesorios y lo había reconocido, y se había reido cuando inventó una extraña historia para justificarlos. de repente miró al retrovisor, y se vio a sí mismo desde el fondo, era como si mirara a un extraño a los ojos. aquella mirada lo asustó, pudo leer la determinación y la amenaza, y se supo perdido. llevaba intentando retomar el control desde que salieron, pero supo que le esperaba una vida de segundo plano, encerrado en sí mismo, vencido por un personaje que él mismo había creado.

miércoles, 18 de enero de 2012

un lugar confuso (III)

   se quedó paralizado. no podía creer lo que acababa de escuchar. acababan de sentenciarlo a 20 años de prisión, y por lo que su experiencia le decía, apelaciones y buen comportamiento lo dejarían como poco en 15. no podía creer lo que estaba ocurriendo, esperaba despertarse de aquella pesadilla en cualquier momento. pero la pesadez de las piernas, la falta de aliento y las lágrimas que le quemaban los ojos eran demasiado reales. lo esposaron y lo arrastraron sin que fuera capaz de reaccionar. sólo fue capaz de lanzar una suplicante mirada al que había sido su abogado y era su amigo.
   el recorrido desde que simón se presentó en la sala de interrogatorio con sus peculiares gafas de pasta y su eterna sonrisa hasta la sentencia había sido confuso, extraño. esa sonrisa que le daba la seguridad de saberse superior a todo y todos. era esa peculiar cualidad la que los había unido durante 25 años de su vida, desde aquel día en el que fue capaz de mantenerla mientras él le partía la cara a puñetazos. esa sonrisa que había mantenido desde aquel día hasta que se aproximaba el día de la sentencia. el único día, que no lo había visto sonreír.
   desde que empezó a investigar a "el gordo" y descubrió la gravedad de la situación, había tenido claro que necesitaba un aliado fiable, alguien que si todo se ponía feo conociera la situación y se partiera el culo por ayudarle. sin embargo, nunca pensó que acabaría defendiéndolo de un crimen. mucho menos de uno, en el que todas las pruebas le señalaban como culpable.
   había intentado reconstruir aquella noche millones de veces, había pasado noches absolutamente en blanco intentando recordar algo, saber si al menos era responsable de lo que iba a destrozarle la vida. los testigos, le situaban junto a la víctima, hablando con ella, bebiendo con ella. la bala que la había matado procedía de su arma reglamentaria. pero de lo que estaba seguro que no podían acusarlo era de la intencionalidad. era incapaz de imaginarse a sí mismo matando a nadie, por ninguna razón.
   el psiquiatra, había intentado sin éxito acceder a aquel lugar confuso de su mente donde el recuerdo de aquellas horas debía estar oculto. horas de conversación con simón, la persona que mejor le conocía, igualmente infructuosas. había soñado e inventado cientos de versiones diferentes de una simple concatenación de pruebas. el juicio le había permitido adquirir datos sueltos y dispersos sobre lo que había ocurrido, pero nada más. había intentado comunicarse con la familia de sandra, pero lógicamente no habían contestado a sus intentos, incrédulos ante su absoluta amnesia.
   lo primero que pidió cuando se estableció en la que iba a ser su casa durante los próximos muchos años, fueron unos libros sobre neurobiología y psiquiatría, iba a pasar el resto de su vida, descifrando aquel oculto suceso de su memoria, arañando en las sombras, buscando algo que diera luz a unas horas de oscuridad que le habían salido muy caras.

miércoles, 11 de enero de 2012

un lugar confuso (II)

   ¿cuánto tiempo llevaba encerrado en esa sala? el espejo lo ponía nervioso, aún más sabiendo que lo observaban desde el otro lado. empezaba a comprender el mecanismo de anulación mental y confusión que creaban en los testigos y detenidos. estaba asustado, desprovisto de información. el protocolo era ligeramente diferente por tratarse de un agente el detenido. lo habían trasladado a otra comisaria, lo interrogarían desconocidos y el caso caería, tras los primeros interrogatorios, en manos de asuntos internos. probablemente tres peces gordos, lo observaban y comentaban las pistas. rodrigo estaría allí, con su enorme tripa y su necesidad de acaparar no sólo el espacio.
   esperaba que la pequeña investigación que había comenzado por libre no tuviera nada que ver con aquello. tenía indicios para inculpar a "el gordo" en asuntos turbios y quedarse con la dirección de la comisaría. entre los delitos de los que rodrigo era culpable, estaba la falsificación de pruebas, y dependiendo de quien se encargara de todo, podía estar bien jodido. gran parte de su futuro dependía de quien entrara por esa puerta.
   odiaba aquella sonrisa, aquuella dentadura perfecta, aquel bronceado de cabina, aquel flequillo engominado y el olor a varon dandy. "el flaco" apareció con su mano sobre la culata del arma como solía hacer en los interrogatorios, amenazante. era la mano derecha de rodrigo y su enemigo más directo. algunos compañeros los llamaban "el bien y el mal". samuel se encargaba de limpiar y proteger la imagen del comisario frente a sus intentos para acabar con la sucia gestión. su asignación para interrogarlo era una nueva treta del todopoderoso mafioso, por lo que se reducían sus alternativas.
   - necesito llamar a mi abogado. "el flaco" comenzó con su habitual discurso, impertinente e insufrible. pero sabía que tarde o temprano no tendría más remedio que acceder. ¿o la mano de dios era demasiado larga? el frío era uno de los métodos que tenían para incomodar a los detenidos, pero a pesar de la baja temperatura de la sala, empezaba a sudar, nervioso. por fin, le permitieron hacer la llamada. marcó el número de memoria, oir el tercer tono le hizo palidecer de terror, esto no estaba previsto.
   al quinto tono, un sonido metálico y una voz. - joder, me has pillado cagando. nunca se había alegrado tanto de oír aquella conocida voz. sonrió por fin por primera vez en las últimas 10 horas.
   - ha llegado el momento.

lunes, 2 de enero de 2012

un lugar confuso (I)

   era la primera vez que tenía que investigar un crimen en el mismo lugar donde había estado la noche anterior. eso podía facilitarle el trabajo, ya que posiblemente habría visto al asesino, y podría hacer memoria de los movimientos sospechosos, recapitular. todo había sido muy precipitado y el final de la noche era confuso. como era habitual, el teléfono había roto su sueño y en el tiempo de una ducha y un café solo se presentaba en la dirección que le habían facilitado. fue al llegar allí cuando se dio cuenta de que todo había ocurrido en el local donde estuvo bebiendo la noche anterior. el procedimiento habitual había comenzado sin él y ya estaba las unidades preparadas y la zona acordonada.
   la sala principal no tenía un aspecto diferente al de cualquier local nocturno un domingo por la mañana, aunque impactaba verlo con tanta luz tras la oscuridad, vasos y botellas rotas por el suelo y una serie de charcos, suciedad, y un olor nauseabundo dificil de describir. le dolía la cabeza a pesar de los dos analgésicos que había tragado junto al café.
   el cadáver se encontraba en el baño. el suelo estaba lleno de restos de coca y cristales, probablemente de los continentes de mdma, éxtasis y otras drogas que habían circulado libremente. por suerte no trabaja para narcóticos. era una hermosa joven rubia que le resultó familiar. tenía un disparo en mitad del pecho, limpio con restos de pólvora debido probablemente a la cercanía del disparo, pero eso era información que no estaba autorizado a confirmar. tendría que esperar el informe forense. el cuerpo simplemente descansaba apoyado contra la pared por la fuerza del impacto. un brazo sobre la tapa del inodoro, el otro descansaba caido en el lateral, salvo por el agujero negro, estaba perfecto, el destrozo estaría probablemente en la espalda.
   siempre comenzaba observando el escenario detalladamente, antes de comenzar a recoger pruebas. lo dificil del caso serían las pruebas biológicas. el baño de chicos de un club como aquel, debería ser todo un muestrario de adn. la zona genital de ella parecía limpia, lo que significaba que habían usado condón o que la muestar esperaba a ser extraida.
   sus ayudantes comenzaban a traerle información. estaban interrogando a la persona que había encontrado el cuerpo; y el dueño del local y los camareros que trabajaron la noche anterior estaban de camino. intentó recordar cuándo la había visto y con quién. la recordaba en un grupo, predominantemente chicas, parecían divertirse, y ligeramente bebidas pero no borrachas. incluso recordaba haber correspondido miradas de alguna chica de ese grupo. no creía haber hablado con ella. ahora se arrepentía de haberle prestado tanta atención a la camarera, eso le impedía recordar más datos de aquella noche. pero tampoco podía saber que se iba a cometer un crimen aquella noche, en quel lugar.
   la información empezaba a ser confusa, y tras un par de vueltas por cada rincón del local, no había encontrado nada que le indicara por donde seguir. sus superiores habían descubierto que estuvo en aquel local la noche anterior, la camarera lo había reconocido; y eso les había puesto un poco nerviosos, planteándose incluso retirarlo de la investigación. debía encontrar algo rápido, estaba seguro de que se trataba de un crimen pasional, y esos dejan huellas gigantes y fáciles de seguir. pero no le dejaban interrogar a los testigos y la información que le llegaba iba disminuyendo.
   podía notar que algo raro estaba sucediendo, aquel silencio no era habitual en la escena de un crimen, donde gritos, ruidos de teléfonos y conversaciones se mezclaban ruidosamente. empezaba a ponerse nervioso él también. se acercó a pedir un vaso de agua, necesitaba otra pastilla, cuando bajaba el vaso y lo apoyaba sobre la barra, alguien lo cogía de la muñeca y lo esposaba.