miércoles, 1 de febrero de 2012

el hombre de los 137 personajes

   gafas, peluca rubia y gabardina. todo en la maleta, y una habitación de hotel reservada en una ciudad elegida al azar a un radio de 300 kilómetros de su residencia habitual. era su forma habitual de desconectar. durante la semana acudía a sus obligaciones laborales, mantenía sus relaciones sociales y familiares, pero todos los fines de semana, huía a una ciudad lejana, y también huía de si mismo. adoptaba otra personalidad que perfilaba e interpretaba al pie de la letra. en una carpeta guardaba más de 100 personalidades diferentes que había interpretado anteriormente, clasificadas en función del cariño que les tenía. algunas, las había repetido varias veces, otras eran simples recuerdos.
   sacó del archivador el tercer expediente, no era su favorito, pero sí era el que más satisfacciones le acababa dando. se sentía con la energía necesaría para desempolvar al viejo sinvergüenza. aquel alter ego era totalmente opuesto a su vida real, y eso le excitaba. había creado un personaje excelente, con un extraño atractivo basado en una personalidad arrolladora y seductora, y mezclado con un aspecto perturbador. no recordaba si fue el primero, es más, nunca conseguía recordar con certeza cómo ni cuándo comenzó todo aquello.
   las transformaciones iban acompañadas del correspondiente CD, que ponía en el coche mientras conducía a su destino, con la música acorde a cada personalidad. "something good can work" de the two door cinema club sonaba a todo volumen mientras interiorizaba el personaje, en el retrovisor iba notando como incluso los rasgos le variaban levemente, de modo que había veces que no se reconocía en el espejo cuando acababa su escapada y volvía a casa.
   parte de la creación de los personajes implicaba crear unas rutinas, que definían la personalidad, y a su vez le ayudaban a ir profundizando poco a poco, a ponerse la máscara. lo que más le costaba era poner nombres a sus personajes, pero era necesario para la documentación. santiago gigante siempre viajaba con poco equipaje, dormía en hoteles caros y tonteaba con toda mujer que se cruzaba. pasaba la mayor parte del tiempo en la barra de un bar y llevaba una alianza.
   todo iba perfecto, el alcohol empezaba a hacer sus efectos, se sentía relajado y seguro en el personaje, casi ahogado, perdido en un segundo plano, sin tener el control. a partir de ese punto, era cuando más disfrutaba. pero algo se torció. una cara conocida apareció en el bar del hotel, y aunque intentó esconderse, ella le lanzaba miradas de sospecha, lo había reconocido. empezaba a retomar el control, estaba perdiendo al personaje. pero no era reconocimiento lo que aquellos ojos transmitían, sino deseo. sintió como le empujaban hacia atrás, casi sentió el golpe y le faltaba el aire. aquella hermosa mujer, que amaba en secreto desde que tenía memoria y para la que había resultado invisible, se aproximaba a él de una manera suficientemente descarada.
   dormitaba en el asiento del copiloto, su pelo corto y moreno despeinado y con un sencillo jersey y unos vaqueros, que dejaban que su natural atractivo destacara, sin artificios. habían pasado dos días sin separarse apenas, gran parte en la cama de su habitación y ahora viajaban de vuelta. ella había descubierto la peluca y los falsos accesorios y lo había reconocido, y se había reido cuando inventó una extraña historia para justificarlos. de repente miró al retrovisor, y se vio a sí mismo desde el fondo, era como si mirara a un extraño a los ojos. aquella mirada lo asustó, pudo leer la determinación y la amenaza, y se supo perdido. llevaba intentando retomar el control desde que salieron, pero supo que le esperaba una vida de segundo plano, encerrado en sí mismo, vencido por un personaje que él mismo había creado.