jueves, 21 de abril de 2016

impar



   observaba desde un segundo plano como los grupos pares mantenían conversaciones animadas. había grupos de dos, grupos de 4, parejas y demás combinaciones pares de personas. los números siempre cuadraban, incluso los movimientos entre grupos siempre acaban equilibrándose con entradas y salidas casi simultáneas para acabar en un número par de interlocutores.
   él siempre había sido el impar. casi siempre era el uno pero, incluso en las situaciones en las que compartía su tiempo con los demás, sentía que era el elemento que rompía la bella armonía de lo par. si reservaba una mesa en un restaurante, nunca había dicho: “mesa para 4” o “mesa para 10” dudaba de ser capaz de pronunciar el sonido de cualquiera de los números pares.
   mientras observaba a todos aquellos grupos pares incluso pensaba que los números impares no existían simplemente eran un exceso en un grupo par, un apéndice forzado a pertenecer a una armonía par que creaba extrañeza e incomodidad a el propio grupo armónico. era lógico pensar que el elemento que creaba la desarmonía también se sentía extraño en esa situación forzada.
   había intentado buscar otros unos con los que crear grupos pares pero nunca había conseguido ser más que un 1+1. la sensación de ser impar consistía en un desequilibrio para la naturaleza que casi siempre se compensaba restando uno.