domingo, 16 de diciembre de 2012

disturbios (II)

   cuando fue capaz de tomar el aire de nuevo, le sobrevino un ataque de tos que alertó al desconocido al que incluso sin la capucha consiguía identificar. el hombre, con rostro preocupado, le explicó que no debería haberle seguido repitiendo constantemente esa frase sin llegar a explicarse. se movía nervioso por la pequeña habitación que concentraba todas las estancias de la casa en unos pocos metros cuadrados. siguió moviéndose en circulos hasta que le tuvo que pedir con un hilo de voz que le ayudara a incorporarse y lo sentara en el despojo de sofá.
   poco a poco recuperó las pocas energías que su malogrado cuerpo era capaz de reunir. y el desconocido le explicó lo que estaba pasando. los disturbios no eran más que una maniobra del gobierno para ir contra él. siempre había creido que aquella leyenda de que el gobierno disponía de un secretaría general dependiente de inteligencia dedicada a encontrar y eliminar cualquier mínimo indicio de amor entre la población no era más que una estúpida historia de esas que la gente contaba sin más pero que no tenía ningún tipo de fundamento.
   y ahora se encotraba refugiado por un individuo de una escasísima célula de resistencia que utilizaba los edificios abandonados de madrid para mantenerse y proteger a cualquier individuo que fuera atacado. le contó que su caso era especialmente complejo. habían tenido que recurrir a fuerzas más drásticas e incluso acusarlo públicamente de terrorista porque había conseguido burlar a los más sutiles y discretos asesinos a sueldo y que aún recordaban como había escapado y llevado una vida normal durante tantos años, desde aquellos disturbios de la falsa Gran Protesta Social a los que también había escapado, seguramente debido a su juventud y la intensidad de aquel primer amor.
   no podía dejar de pensar en ella, había visto como se la llevaban. ni siquiera la explicación de que solían ser más suaves con las mujeres consiguió tranquilizarlo. de repente apareció su rostro en la pantalla, era una rueda de prensa y era en directo. estaba viva y a salvo. le pidió a su salvador que subiera el volumen del televisor. una declaración muy seria contra él invitaba a cualquier persona que lo viera a denunciarlo ante las autoridades. era peligroso y había causado ya mucho daño, aseguraba con un gesto serio y decidido. lloraba en silencio, le dolía enormemente oírla hablar así. pero de repente un sencillo gesto le iluminó el rostro, era su gesto, el que siempre se habían hecho, una antigua broma que era la señal de que sólo estaba fingiendo y que a pesar de todo y todos, lo seguía amando allí donde estuviera.
   el corazón le latía a demasiada velocidad y sin poder resistirse se quedó dormido.