domingo, 24 de julio de 2011

mudanza

   "las mudanzas siempre acarrean un cambio, que a veces se adivina peligroso. algunos las afrontan con la excitación de lo novedoso, otros con el temor a lo desconocido, otros simplementen analizan repetidamente los pros y los contras. pero la verdad es que tras un cambio, lo que viene después es difícil de adivinar."
   así empezba el discurso que había escrito durante tres meses y que pronunció ante el espejo hasta que este le rogó que se callara. y dentro de cinco horas, mientras lo pronunciaba en el atrio del palacio de congresos ante el jurado que le había otorgado el premio, su mujer, sus hijos y varios centenares de desconocidos; una pequeña maleta con sus más amadas pertenencias le esperaba en el coche. nadie en aquella sala sabía de la existencia de esa maleta, ni del billete destino a Nueva York que descansaba junto a su pasaporte en el bolsillo interior de la chaqueta y que tocaba incoscientemente cada cinco minutos.
   aquella mujer le había destrozado la vida. aquellos ojos de profundidad inmensurable. no, no había sido infiel a su mujer, ni probablemente lo fuera, pero aquella mujer y su absoluta independencia habían hecho germinar en él una semilla que creía muerta hace años. la había conocido en el lugar más extraño posible, un bar al que había entrado únicamente a usar el baño. y ahora se disponía a viajar a un país extranjera, que le era completamente ajeno y seguramente le sería hostil; mudarse con una practicamente desconocida y su dulcemente atractiva novia; para seguir los oxidados sueños de un niño de dieciocho años.
   en su maleta únicamente algo de ropa, sus dos libros favoritos, su pluma y un puñado de hojas en blanco. la inspiración, las ideas y la forma de darles vida, esperaba encontrarlas en la mudanza más aterradora de su vida.

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