lunes, 16 de junio de 2014

el hombre que amaba a un folio en blanco

   cada vez que se asomaba a una nueva página tenía el absoluto control sobre lo que iba a pasar a continuación. cada nuevo capítulo, cada nuevo relato breve, era una historia de amor perfecta que escribía exactamente según sus más puros y sinceros sentimientos. podía elegir cómo era la persona a amar, cambiarla si se cansaba de ella y hacerle el amor de las mil y una formas que se le ocurrieran. podía incluso inventar disputas que acabaría ganando. amar a un folio en blanco le proporcionaba la felicidad absoluta, la feliciad que nunca podría proporcionarle la vida real.
   ahora llevaba un tiempo escribiendo una historia que empezaba a cobrar el peso suficiente para poder convertirse en una novela corta y en la que estaba experimentando con una protagonista femenina que se enamoraba de un hombre totalmente diferente a él y le estaba costando mucho interpretar los sentimientos desde un punto de vista femenino y amar a un hombre, por el que sentía cierta animadversión. al haberlo creado tan perfecto, no podía evitar sentir ciertos celos. aunque estaba disfrutando de esa experiencia casi experimental a la que se había arrojado.
   el apuesto caballero que hacía temblar a la protagonista era un hombre de vida discreta y tranquila, que veía la vida desde detrás de su objetivo y que conseguía captar en sus fotos la esencia de los sentimientos humanos. algo que él llevaba años intentando hacer con la escritura y jamás había conseguido con tanta precisión. había algo en la personalidad de aquel fotógrafo que le inquietaba. era la manera que tenía de ser tan diferente a él, de seducir a la protagonista con todas las armas que él jamás podría utilizar para conquistar a ninguna mujer, real o de papel.
   empezaba a obsesionarle que su mente y su creativiad fueran capaces de crear una personalidad que casi envidiaba, hasta el punto que conforme avanzaba la trama de la pequeña novela este personaje secundario iba ganando protagonismo. el tiempo que empleaba en desarrollar sus escenas era cada vez mayor, cuidando con detalle cada palabra que escribía sobre él mientras las escenas de ella las escribía de manera apresurada y descuidada.
   sin darse cuenta, en algún parrafo no muy concreto, la protagonista había dejado de amar a aquel peculiar hombre y era él quien había empezado a amarlo, obsesionado no podía dejar de escribir sobre él. era la primera que amaba a un hombre.

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